DEJAME IR MADRE


En 1998, Helga Schneider recibió una carta en la cual se le suplicaba que fuese a visitar a su madre nonagenaria, quien, al encontrarse gravemente enferma, estaba internada en una residencia en Austria. Transcurridos casi seis decenios desde que la ahora inofensiva anciana abandonó a su hija de cuatro años, y a toda su familia, para incorporarse en las SS, Helga se encuentra con una mujer que, pese a su fragilidad y necesidad de cariño, continúa sintiendo el más profundo desprecio hacia las víctimas del Holocausto. Sin embargo, pese a la herida imborrable que la ausencia y el olvido de su madre le causaron, más la vergüenza y repulsión de saberla cómplice activa y voluntaria de tan execrables crímenes, Helga descubre lo difícil que resulta cortar el cordón umbilical que la une a su progenitora. " 

-¿Pero qué tenían todos en contra de los judíos?- 
¿Todos quiénes? -se rebela- 
Pues... -me encojo- todos: Hitler, Himmler, el régimen, las SS.- 
Eran culpables -contesta con voz resuelta.- 
¿De qué?-De todo

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"Las palabras vuelan, lo escrito permanece"