Mil dolores pequeños

Ona ha dedicado tanta energía a conservar un amor que se le escapa, que ya ni siquiera sabe quién es ni cuál es su sitio en el mundo. Cuando huya a Nueva York se enfrentará a sí misma, por primera vez en mucho tiempo. Allí descubrirá a una Ona desconocida, capaz de sumergirse en las situaciones más desconcertantes y salir de ellas, algunas veces más airosa que otras.
Una mujer viaja de Madrid a Nueva York, donde piensa pasar tres meses para olvidar un amor al que ha dedicado diez años de su vida. La herida de Ona es tan profunda, que tendrá que esforzarse mucho más de lo que suponía para salir adelante: volar no es tan sencillo como coger un avión. Sin embargo, Ona está en la ciudad donde todo es posible, donde basta bajar a la lavandería para sumergirse en el lejano oriente, o cruzar el umbral para conocer a un gurú con rasgos psicóticos. En Nueva York, Ona tendrá que salir de sí misma aunque no quiera, aunque le duela, mientras contempla cómo pintorescos personajes se cruzan en su camino.
Los sentimientos e impresiones más íntimos de Ona van dibujando con trazos sutiles la historia de un gran amor que ya ha terminado, por más que ella se niegue a aceptarlo. Aunque sólo desea refugiarse entre las paredes del apartamento que ha alquilado, aunque sólo encuentra fuerzas para recordar palabras e instantáneas que le duelen, Ona tendrá que rendirse a la locura y el trasiego neoyorquino. Tendrá que seguir las normas de una fauna urbana tan inestable como su propia mente, tan viva como su propia herida. Ona no sabe hacia dónde camina, pero mantiene el ritmo que le marca un universo imprevisible cuyos límites, por primera vez, sólo ella puede trazar. Porque después de Nueva York, nada volverá a ser ya lo mismo.



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"Las palabras vuelan, lo escrito permanece"