El sábado pasado saliendo de trabajar corrí a ver la tan esperada película de Hp, el final, y como siempre no podíamos dejar de criticar (a menos yo) lo que no me gusto y lo que me gusto de la película en comparación con el libro.... Recordando....
Epílogo
DIECINUEVE AÑOS
DESPUÉS
El otoño pareció llegar repentinamente ese año. La
mañana del uno de Septiembre era crispada y dorada como una manzana y mientras
la pequeña familia se apresuraba a cruzar la ajetreada calle hacia la grandiosa
y sombría estación, el humo de los tubos de escape de los coches y el aliento
de los caminantes centelleaban como telas de araña en el aire frío. Dos grandes
jaulas descansaban en lo alto de los carritos de equipaje que los padres
empujaban, las lechuzas dentro de ellas ululaban indignadamente, y la pequeña
pelirroja se demoraba temerosamente tras sus hermanos, aferrada al brazo de su
padre.
—No pasará mucho tiempo, y también tú iras, —le dijo
Harry.
—Dos años, —resopló Lily—. ¡Yo quiero ir ahora!
Los transeúntes miraban curiosamente a las lechuzas
mientras la familia se abría paso hasta la barrera entre los andenes nueve y diez.
La voz de Albus llegó hasta Harry por encima del clamor que les rodeaba; sus
hijos habían reasumido la discusión que habían empezado en el coche.
—¡No! ¡No estaré en Slytherin!
—¡James, dale un respiro! —dijo Ginny.
—Yo solo digo que podría ser, —dijo James, sonriendo
a su hermano menor—. No hay nada de malo en ello. Podría estar en Slyth...
Pero James captó la mirada de su madre y se quedó en
silencio. Los cinco Potters se aproximaron a la barrera. Con una mirada
ligeramente autosuficiente sobre el hombro hacia su hermano menor, James tomó
el carrito de manos de su madre y echó a correr. Un momento después, se había
desvanecido.
—Me escribiréis, ¿verdad? —preguntó Albus a sus
padres inmediatamente, aprovechando la momentánea ausencia de su hermano.
—Cada día, si quieres que lo hagamos, —dijo Ginny.
—No cada día, —dijo Albus rápidamente—. James dice
que la mayoría de la gente solo recibe cartas de casa una vez al mes.
—Nosotros escribimos a James tres veces por semana, —dijo
Ginny.
—Y no deberías creer todo lo que te cuenta de
Hogwarts —añadió Harry—. A tu hermano le gusta gastar bromas.
Lado a lado, empujaron el segundo carrito hacia
adelante, cobrando velocidad. Cuando se aproximaron a la barrera, Albus hizo
una mueca, pero no se produjo ninguna colisión. En vez de eso, la familia
emergió a la plataforma nueve y tres cuartos, que estaba oscurecida por el
vapor blanco que surgía del expreso escarlata de Hogwarts. Figuras confusas se
movían como un enjambre entre la neblina, en la que James ya había desaparecido.
—¿Dónde están? —preguntó Albus ansiosamente, espiando
hacia las nebulosas formas que pasaban mientras se abrían paso andén abajo.
—Los encontraremos —dijo Ginny tranquilizadoramente.
Pero el vapor era denso, y resultaba difícil
discernir la cara de nadie. Desconectadas de sus propietarios, las voces
sonaban antinaturalmente ruidosas. Harry creyó haber oído a Percy discurriendo
ruidosamente acerca de las regulaciones sobre escobas, y se alegró de la excusa
que se le presentaba para no detenerse a saludar...
—Creo que esos son ellos, Al, —dijo Ginny de repente.
Un grupo de cuatro personas emergió de la niebla, de
pie junto a un carrito muy grande. Sus caras solo se enfocaron cuando Harry,
Ginny, Lily, y Albus llegaron justo ante ellos.
—Hola, —dijo Albus, que sonaba inmensamente aliviado.
Rose, que ya vestía su nueva túnica de Hogwarts, le
sonrió.
—¿Todo bien al aparcar entonces? —preguntó Ron a
Harry—. Para mí si. Hermione no se creía que pudiera pasar un examen de
conducir muggle, ¿verdad? Creyó que había Confundido al examinador.
—No, no es cierto, —dijo Hermione—. Tenía una fe
absoluta en ti.
—Para que quede claro, le Confundí. —susurró Ron a
Harry mientras juntos alzaban el baúl y la lechuza de Albus hasta el vagón—.
Solo olvidé mirar por el retrovisor, y mira tú, puedo utilizar un Encantamiento
Supersensorial para eso.
De vuelta a la plataforma, encontraron a Lily y Hugo,
el hermano menor de Rose, teniendo una animada conversación sobre en qué Casa
serían seleccionados cuando finalmente fueran a Hogwarts.
—Si no entras en Gryffindor, te desheredaremos, —dijo
Ron— pero sin presiones.
—¡Ron!
Lily y Hugo rieron, pero Albus y Rose parecían
solemnes.
—No lo dice en serio, —dijeron Hermione y Ginny, pero
Ron ya no estaba prestando atención. Captando la atención de Harry, asintió
subrepticiamente hacia un punto a unas cincuenta yardas de distancia. El vapor
se había disipado por un momento y tres personas estaban de pie en un espacio
libre de la cambiante niebla.
—Mira quién está ahí.
Draco Malfoy estaba allí de pie con su esposa e hijo,
con un abrigo oscuro abotonado hasta la garganta. Su pelo estaba peinado hacia
atrás de tal forma que enfatizada su barbilla puntiaguda. El nuevo chico se
parecía a Draco tanto como Albus se parecía a Harry. Draco captó un vistazo de
Harry, Ron, Hermione y Ginny mirándole, asintió cortésmente, y se alejó.
—Así que ese es el pequeño Scorpius, —dijo Ron por lo
bajo—. Asegúrate de machacarle en cada examen, Rosie. Gracias a Dios heredaste
el cerebro de tu madre.
—Ron, por amor de Dios, —dijo Hermione
—Tienes razón, lo siento, —dijo Ron, pero incapaz de
contenerse, añadió—. No seas muy amigable con él, Rosie. El abuelo Weasley
nunca te perdonaría que te casaras con un sangre pura.
—¡Ey!
James había reaparecido, se había liberado a sí mismo
de su baúl, lechuza y carrito, y evidentemente estaba que explotaba con nuevas
noticias.
—Teddy está de vuelta, —dijo sin respiración,
señalando sobre el hombro hacia las vaporosas nubes—. ¡Acabo de verle! Y
adivinad que está haciendo. ¡Morreándose con Victoire!
Fulminó con la mirada a los adultos, evidentemente
decepcionado por su falta de reacción.
—¡Nuestro Teddy! ¡Teddy Lupin! ¡Morreándose con
nuestra Victoire! ¡Nuestra prima! Y le pregunté a Teddy que estaba haciendo...
—¿Les interrumpiste? —dijo Ginny— Te pareces tanto a
Ron...
—¡...y dijo que había venido a verla! Y después me
dijo que me largara. ¡La estaba morreando! —Añadió James como preocupado de no
haber sido lo bastante claro.
—¡Oh, sería adorable que se acabaran casando! —murmuró
Lily soñadoramente—. ¡Entonces Teddy sería realmente parte de la familia!
—Ya viene a casa a cenar casi todos los días —dijo
Harry— ¿Por qué no le invitamos sin más a vivir con nosotros y acabamos de una
vez?
—¡Si! —dijo James entusiasmado—. No me importaría
compartir cuarto con Al... ¡Teddy podría quedarse mi habitación!
—No, —dijo Harry firmemente—. Al y tú compartiréis
habitación solo cuando quiera ver la casa demolida.
Comprobó su viejo reloj maltratado que una vez había
pertenecido a Fabian Prewett.
—Son casi las once, será mejor que subáis.
—¡No olvides darle cariñosos recuerdos a Neville! —dijo
Ginny a James mientras le abrazaba.
—¡Mamá! ¡No puedo dar cariñosos recuerdos a un
profesor!
—Pero conoces a Neville...
James puso los ojos en blanco.
—Fuera, si, pero en la escuela es el Profesor
Longbotton, ¿verdad? No puedo entrar en Herbología y darle cariñosos
recuerdos...
Sacudiendo la cabeza ante las tonterías de su madre,
se apresuró a adelantarse para dar una patada a Albus.
—Luego te veo, Al. Vigila a los thestrals.
—Creía que eran invisibles. ¡Dijiste que eran
invisibles!
Pero James simplemente se rió, permitió que su madre
le besara, dio un abrazo rápido a su padre, y después saltó rápidamente al
tren. Le vieron avanzar, después alejarse corriendo vagón arriba en busca de
sus amigos.
—Los thestrals no son nada de lo qué haya
preocuparse, —dijo Harry a Albus—. Son criaturas gentiles, no hay nada que
asuste en ellos. De todos modos, vosotros no vais a llegar a la escuela en los
carruajes, iréis en botes.
Ginny se despidió de Albus.
—Te veremos en Navidad.
—Adiós, Al, —dijo Harry mientras su hijo le abrazaba—.
No olvides que Hagrid te ha invitado a tomar el té el próximo viernes. No te
metas en líos con Peeves. Nada de duelos con nadie hasta que hayas aprendido
como hacerlo. Y no dejes que James se meta contigo.
—¿Y si acabo en Slytherin?
El susurro era solo para su padre, y Harry supo que
solo el momento de la partida podría haber obligado a Albus a revelar lo grande
y sincero que era su temor.
Harry se agachó para que la cara de Albus estuviera
ligeramente por encima de la suya. Solo Albus, entre los tres hijos de Harry,
había heredado los ojos de Lily.
—Albus Severus, —dijo Harry quedamente, para que
nadie más que Ginny pudiera oírle, y ella tenía suficiente tacto como para
fingir que estaba escuchando a Rose, que ya estaba en el tren—, te pusimos ese
nombre por dos directores de Hogwarts. Uno de ellos era un Slytherin y fue
probablemente el hombre más valiente que nunca haya conocido.
—Pero y si...
—...entonces la Casa Slytherin habrá ganado un
excelente estudiante, ¿verdad? A nosotros no nos importa, Al. Pero si a ti te
importa tanto, podrás elegir Gryffindor en vez de Slytherin. El Sombrero
Seleccionador toma en cuenta tu elección.
—¡De veras!
—Lo hizo en mi caso, —dijo Harry.
Nunca antes había contado eso a sus hijos, y vio la
maravilla en la cara de Albus cuando lo dijo. Pero ya las puertas se estaba
cerrando a lo largo de todo el tren escarlata, y los borrosos contornos de
padre se adelantaban para los besos finales y los recordatorios de último
momento.
Albus saltó al vagón y Ginny cerró la puerta tras él.
Los estudiantes colgaban de las ventanas más cercanas
a ellos. Un gran número de caras, sobre y fuera del tren, parecían estar
vueltas hacia Harry.
—¿Por qué están todos mirando? —exigió Albus mientras
Rose y él giraban el cuello alrededor para mirar al resto de los estudiantes.
—No dejes que eso te preocupe, —dijo Ron—. Soy yo.
Soy extremadamente famoso.
Albus, Rose, Hugo, y Lily rieron. El tren empezó a
moverse y Harry caminó junto a él, observando la delgada cara de su hijo, ya
sonrojada por la excitación. Harry siguió sonriendo y saludando, aunque era un
poco embarazoso, observando como su hijo se alejaba de él...
El último rastro de humo se evaporó en el aire
otoñal. El tren había doblado una esquina. La mano de Harry estaba inmóvil,
alzada en un adiós.
—Estará bien, —murmuró Ginny.
Cuando Harry miró hacia ella, bajó la mano
ausentemente y se tocó la cicatriz en forma de relámpago de la frente.
—Lo sé.
La cicatriz no le había dolido a Harry en diecinueve
años. Todo iba bien.
FIN
Me quede con ganas de :
- Ver a Teddy Lupin Morreándose con Victoire!
- Ver a Neville o por lo menos su mención.
- Que todos voltearan a ver Harry osea ya no es Famoso...
No me gusto:
- Los personajes, Ron se veía demasiado gordo jeje y Malfoy demasiado viejo, Ginny irreal y Hermione igualita no cambio nada, no pusieron especial detalle en esto, todo fue tan simple y soso...
- No se pudo ver la personalidad de los hijos, fue tan rápido...
SINCERAMENTE ME QUEDO CON EL FINAL DEL LIBRO
FUE MUCHISIMO MEJOR NO CREEN....
Sinceramente, al epílogo de la película pudieron agregarle un par de cositas más. Como Hogwarts reconstuido con McGonagall como directora y Neville como profesor.
ResponderEliminarTambién quería ver al chico Lupin, al que prácticamente le tomamos mucha empatía porque es como otro Harry.
En fin... me gustó que la última imagen enfocara al trío.
Saludos.
-Rocío
A mí me resultó raro verlo y más aún leerlo en su momento pero no sé, al principio no me gustaba, me resultaba extraño pero ahora ¿por qué no? jeje Un abrazo.
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