Rachel se va de Viaje


1.- RACHEL SE VA DE VIAJE
"Las hermanas Walsh", 2
Rachel Walsh es una joven irlandesa que vive y trabaja en Nueva York. Le gusta ir de fiesta, tomar copas y tomar algunas drogas de moda. Pero ella controla, ella no tiene ningún problema. Hasta que un día se toma unos somníferos antes de acostarse. Al día siguiente despierta no en su cama, sino en un hospital, después de haberle hecho un lavado de estómago y haber estado a punto de morir. Pierde su empleo, al que había estado faltando, y debe regresar a Irlanda para entrar en un centro de desintoxicación. Ella accede a ir para complacer a sus padres, y porque le dicen que a ese centro van personas famosas, pero ella sigue sin creer que tiene un problema.


MI OPINIÓN
Rachel es una entusiasta consumidora de drogas «recreativas». Según ella, no por adicción sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pocas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? Pero, en una de esas, se le va la mano, y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para su sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresar una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación.

Sigo con la serie de las Hermanas  Wals, en el primer libro conocimos a la hermana Mayor Clair y en esta segunda entrega a la tercera hermana la de en medio RACHEL, ella vive desde hace 8 años sola en NY, compartiendo departamento con su mejor amiga desde los 11 años, Brigit, como ya leímos en la sinopsis Rachel consume drogas y varios fármacos y se la vive de fiesta en fiesta haciendo un lado su trabajo pero eso no ve ella, para ella todos son malos y no la comprenden.
Igual que en el anterior la historia esta contada en su totalidad por Rachel como vive en NY como termina en casa de sus padres y enviada a un centro de rehabilitación, el proceso que sigue para lograr comprender que es una adicta a las drogas como sale del centro recae y finalmente se supera.
Conoceremos su vida y como le a afectado su niñez, a su personalidad, a travez de sus terapias en el centro, también odiaran y se enamoraran del guapo Luke su ahora ex-novio.
No les voy a decir que es lo mejor que he leído pero si me engancho la historia y termine de leerlo bastante complacida.
Es bueno poder leer algo más real, así que si te interesa leer algo realista y bastante divertido no lo dejes pasar.




Partes del libro que me han gustado.

Luke rió tanto que pensé que se merecía que le contara lo del viaje a París que hice con el colegio cuando tenía quince años. El autobús turístico quedó atrapado en un atasco en Pigalle, y las monjas que nos custodiaban casi se murieron del susto al ver lo cerca que estába­mos de unos letreros de neón que anunciaban bares de striptease.
—Te imaginas, ¿no? «¡Chicas, chicas, chicas en pe­lotas!»
—Sí, he oído hablar de esos sitios —dijo Luke, fin­giendo inocencia—. Aunque nunca los he visto, por supuesto.
—Claro.
—Y ¿qué hicieron las hermanas?
—Primero corrieron todas las cortinas del autobús.
—Vaya. —Luke estaba pasmado.
—Y luego… —dije lentamente—. No te vas a creer lo que hicieron luego.
—¿Qué hicieron?
—La hermana Canice se plantó en el pasillo y, muy seria, anunció: «Muy bien, niñas, los misterios; primero, la Agonía en el Jardín. Padre nuestro que estás en los cielos… ¡Rachel Walsh, apártate de esa ventanal…! Que estás en los cielos…»
Luke se desternilló de risa.
—¡Os hicieron rezar el rosario!
—Exacto. Imagínate. Cuarenta niñas de quince años y cinco monjas, en un autobús atrapado en un atasco en el barrio chino de París, con las cortinas corri­das, entonando las quince décadas del rosario. Es una historia real —añadí solemnemente. 


Luke soltó una risita, una risita cariñosa, como di­ciendo «Eres genial», y me dio la impresión de que esta­ba enamorada de él.
—¿Puedo invitarte a cenar? —me preguntó.
Invitarte a cenar. Invitarte. Cuántas cosas expresa­ba aquella palabra. Significaba: «Me gustas. Cuidaré de ti.» Y, sobre todo: «Pago yo.»
Quise decir: «¿Y Anya?», pero por una vez abando­né la tendencia autodestructiva que había seguido toda la vida, hice lo que había que hacer y me mordí la lengua.
—¿Cuándo? —pregunté.
¡Ahora, ahora, ahora!
—¿Te va bien esta noche?
Supongo que debí mentir y decir que estaba ocupada. ¿Acaso no es ésa una de las reglas de oro si quieres atrapar a un chico? Pero yo no estaba dispuesta a que Luke volviera a colarse por las redes.


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