"Las hermanas Walsh", 2
Rachel Walsh es una joven irlandesa que vive y trabaja en Nueva York. Le gusta ir de fiesta, tomar copas y tomar algunas drogas de moda. Pero ella controla, ella no tiene ningún problema. Hasta que un día se toma unos somníferos antes de acostarse. Al día siguiente despierta no en su cama, sino en un hospital, después de haberle hecho un lavado de estómago y haber estado a punto de morir. Pierde su empleo, al que había estado faltando, y debe regresar a Irlanda para entrar en un centro de desintoxicación. Ella accede a ir para complacer a sus padres, y porque le dicen que a ese centro van personas famosas, pero ella sigue sin creer que tiene un problema.

MI OPINIÓN
Rachel es una entusiasta consumidora de drogas «recreativas». Según ella, no por adicción sino por pasatiempo. Al fin y al cabo, hoy día, ¿quién no toma de vez en cuando un ácido, una raya o unas pocas pastillas? ¿Qué mejor para olvidar las tensiones del trabajo y disfrutar un rato de la vida? Pero, en una de esas, se le va la mano, y tras una noche de excesos se atiborra de tranquilizantes para dormir a pierna suelta y empezar fresca una nueva jornada laboral. Para su sorpresa, a la mañana siguiente no despierta en su habitación sino en la cama de un hospital, después de un lavado de estómago y a punto para ingresar una temporada en una peculiar clínica de rehabilitación.
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Conoceremos su vida y como le a afectado su niñez, a su personalidad, a travez de sus terapias en el centro, también odiaran y se enamoraran del guapo Luke su ahora ex-novio.
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Es bueno poder leer algo más real, así que si te interesa leer algo realista y bastante divertido no lo dejes pasar.
Partes del libro que me han gustado.
—Te imaginas, ¿no? «¡Chicas, chicas, chicas en pelotas!»
—Sí, he oído hablar de esos sitios —dijo Luke, fingiendo inocencia—. Aunque nunca los he visto, por supuesto.
—Claro.
—Y ¿qué hicieron las hermanas?
—Primero corrieron todas las cortinas del autobús.
—Vaya. —Luke estaba pasmado.
—Y luego… —dije lentamente—. No te vas a creer lo que hicieron luego.
—¿Qué hicieron?
—La hermana Canice se plantó en el pasillo y, muy seria, anunció: «Muy bien, niñas, los misterios; primero, la Agonía en el Jardín. Padre nuestro que estás en los cielos… ¡Rachel Walsh, apártate de esa ventanal…! Que estás en los cielos…»
Luke se desternilló de risa.
—¡Os hicieron rezar el rosario!
—Exacto. Imagínate. Cuarenta niñas de quince años y cinco monjas, en un autobús atrapado en un atasco en el barrio chino de París, con las cortinas corridas, entonando las quince décadas del rosario. Es una historia real —añadí solemnemente.
Luke soltó una risita, una risita cariñosa, como diciendo «Eres genial», y me dio la impresión de que estaba enamorada de él.
—¿Puedo invitarte a cenar? —me preguntó.
Invitarte a cenar. Invitarte. Cuántas cosas expresaba aquella palabra. Significaba: «Me gustas. Cuidaré de ti.» Y, sobre todo: «Pago yo.»
Quise decir: «¿Y Anya?», pero por una vez abandoné la tendencia autodestructiva que había seguido toda la vida, hice lo que había que hacer y me mordí la lengua.
—¿Cuándo? —pregunté.
¡Ahora, ahora, ahora!
—¿Te va bien esta noche?
Supongo que debí mentir y decir que estaba ocupada. ¿Acaso no es ésa una de las reglas de oro si quieres atrapar a un chico? Pero yo no estaba dispuesta a que Luke volviera a colarse por las redes.
—¿Puedo invitarte a cenar? —me preguntó.
Invitarte a cenar. Invitarte. Cuántas cosas expresaba aquella palabra. Significaba: «Me gustas. Cuidaré de ti.» Y, sobre todo: «Pago yo.»
Quise decir: «¿Y Anya?», pero por una vez abandoné la tendencia autodestructiva que había seguido toda la vida, hice lo que había que hacer y me mordí la lengua.
—¿Cuándo? —pregunté.
¡Ahora, ahora, ahora!
—¿Te va bien esta noche?
Supongo que debí mentir y decir que estaba ocupada. ¿Acaso no es ésa una de las reglas de oro si quieres atrapar a un chico? Pero yo no estaba dispuesta a que Luke volviera a colarse por las redes.

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"Las palabras vuelan, lo escrito permanece"