Cuando Sam, padre de dos hijos, pierde su trabajo acepta a regañadientes quedarse en casa mientras su mujer regresa al trabajo. En secreto piensa que esto de la paternidad va a consistir en paseos tranquilos por el parque y leer el periódico mientras los niños juegan. Pronto se da cuenta de lo que significa quedarse en casa. Inevitablemente el caos doméstico aparece: sólo conseguir vestirse por la mañana y salir de casa sin tener que ir a urgencias es toda una proeza, como lo es intentar organizar la complicada agenda de juegos de los niños o esquivar los mil y un consejos de las demás mamás que lo acribillan cada vez que va por el parque. Desesperado por regresar a su vida anterior, Sam se aferra a planes descabellados pero justo cuando todo parece que empieza a aclararse descubre algo sorprendente.
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"Las palabras vuelan, lo escrito permanece"